El devenir de los años nos hacen ser merecedores de experiencias que hacen cavilar a su rebuscado. Nos codeamos de un mundo lleno de amagos, donde se tambalean los frutos de la desgracia frente a tus ojos, borrando sonrisas materialistas, comprendidas de inmoralidad, atiborradas de interrogantes que solo contestara aquel que este en condiciones de protestar.
Pretender, escoger, ser o no ser. Conforman un mundo de cuerpos vacíos que transitan por una desaturada ciudad. Tus pies solo te llevan a un destino; No danzan con el viento, no sienten el roce helado de un cuerpo lento, no buscan placer salvo el acomodo. En nuestros tiempos, mas sonrisas las patrocinan lo tangible.
Momentos de resignación y poemas al viento. La masificación de la estupidez, genera la colectividad de almas vacías, no atajan el océano en una ola, no congelan la sal, no son el aire que saborea el aroma de una gaviota siendo color.
Ahí, en el lugar donde todos esconden las respuestas, es donde no te toparas con la tuya.
Aquel menester por el que tanto luchas, de ningún modo encontraras. Eres el habitante nato de pisos helados donde nadie se enamora, donde nace el fruto del aroma de un recorrer.
La luz de la brújula, la flecha de un sol.
Las nuevas creencias de la vida, quedan estrechamente ligadas a espacios extremos, palabras que en el viento se hicieron color.